o verdadeiro heroísmo está en transformar os desexos en realidades e as ideas en feitos "sempre en Galicia"

lunes, febrero 27, 2006

Granada

El domingo decidimos dedicarlo al turisteo. El primer lugar al que fuimos fue un pueblo llamado Catarina. Queda a unos tres cuartos de hora de Managua. La carretera que lleva al lugar, en cualquier otro país del mundo, sería declarada zona catastrófica, pero parece ser que en este país el mal estado del pavimento es la tónica habitual. El firme tiene unos baches que no se merecen tal nombre. Deberían llamarse cráteres. La carretera está completamente llena de agujeros de unos diez centímetros de profundidad que hacen imposible la conducción. Tienes que prestar más atención a sortear los baches que a la conducción en sí. De hecho, algunos conductores optan por llevar el vehículo sobre los arcenes de tierra. Dicen que esta situación es debida a que se utilizan unos materiales de muy baja calidad para realizar el asfaltado. Por el camino puedes ver a niños con palas extendiendo la mano hacia la carretera. Piden una limosna por dedicarse a tapar los agujeros con tierra.

En Catarina existe un mirador desde donde se puede contemplar la laguna de Apoyo, también de origen volcánico. Es una vista espectacular, ya que al fondo de ésta se puede ver el gran lago de Nicaragua (Cocibolca). El lago de Nicaragua es gigantesco, es tan grande que parece que estás contemplando un mar, en vez de un lago. Es el segundo lago de mayor tamaño de América Latina (después del Titicaca).

En ese mismo mirador hicimos una parada para comer. Hay varios restaurantes de los que salen los camareros incitándote a entrar. Por la zona se mueven algunos grupos de músicos dispuestos a amenizarte la comida. La comida es bastante más cara que en un restaurante normal, pero es lógico, ya que en todos los lugares turísticos del mundo parece que tu dinero vale menos.

Si después de comer te apetece darte un paseito, puedes alquilar un burro para bajar por un sendero hasta la base del lago.

Tras comer seguimos nuestro camino por carreteras impracticables hacia la ciudad de Granada. En el viaje le pude sacar una foto a un deslizamiento de tierras que me llamó la atención. En él se pueden observar con detalle los estratos del suelo y reconocer el origen volcánico de estas tierras.

Granada fue fundada en 1524 por Francisco Hernández de Córdoba, (del que recibe su nombre la moneda del país), que era amiguete de Hernán Cortés (el de los billetes de 1000 ptas.). Este mundo es un pañuelo. Quien les iba a decir a ellos cuando se tomaban juntos las cañas en los bares que quinientos años después ambos estarían estampados en billetes.

Granada es la ciudad de fundación española más antigua de América. Desde su fundación siempre fue considerada una ciudad de gran importancia comercial debido a su puerto hacia el gran lago de Nicaragua. Esta ciudad ha tenido una historia bastante movida, desde multitud de invasiones de piratas o bombardeos estadounidenses, hasta erupciones volcánicas, pasando por grandes incendios. Desde su creación ha sido una de las más importantes de Nicaragua, así como lo atestigua su importante bagaje cultural. Multitud de artistas han hecho de esta ciudad su residencia.

Como es habitual en Nicaragua, Granada no parece una ciudad, sino un pueblo, debido al estilo de expansión horizontal de sus construcciones, aunque en ella sí puede ser habitual encontrarse con casas de dos plantas. Tiene sobre 80.000 habitantes, pero cualquiera diría que no tiene más de 10.000. Está estratégicamente situada al pie del volcán Mombacho y a la orilla del lago.

Lo primero que nos encontramos al entrar en la ciudad fue una pequeña procesión, de una veintena de personas llevando un Cristo. Un poco más adelante pudimos ver un cortejo fúnebre en el que una carroza de caballos llevaba la caja del difunto. La carroza cerrada, del tipo diligencia, era conducida por un viejo encorvado, esquelético y arrugado que vestía un frac negro y un sombrero de copa. Tiraban del carruaje dos caballos blancos engalanados con cintas. Era una imagen de lo más macabra. Fue una pena que no me diese tiempo a encender la cámara para sacarle una foto.

Nosotros dejamos el coche en el Parque Colón. Unos niños se nos acercaron para preguntar si queríamos que nos cuidasen el coche. Guille les dijo que sí. Es un sistema parecido al que utilizan los yonkis en la estación de autobuses de Pontevedra, sólo que aquí no les queda más remedio que cuidarlo, porque les pagas al irte con el coche, por lo que tienen que estar cerca para cuando llegues. Al irnos les dio 10 pesos. Una propina muy generosa. El parque Colón es un parque grande, donde hay una fuente y un quiosco de música. En la cabecera de la plaza está la Catedral de Granada. Es una construcción simple pintada de color amarillo vivo. El interior es realmente austero. Solamente tiene una imagen en el altar.

El resto del pueblo está constituido por casas pintadas de colores muy llamativos. Puedes encontrarte algún local con cierto sabor Yanki. Nosotros hicimos una parada en una heladería que me recordaba a las películas americanas… con su ventilador, sus taburetes de barra, redondos y giratorios y unas baldosas romboidales blancas y negras. Me imaginaba allí a un poli americano zampándose unos donuts. No me hagáis mucho caso, igual son tonterías mías. También visitamos un restaurante, de estilo colonial, como no, con un maravilloso patio interior, al aire libre, rodeado de maderas y plantas. En este lugar servían platos españoles. Había hasta morcilla de Burgos.

Esta es una ciudad que tiene un marcado carácter turístico. Las ayudas de cooperación que recaen aquí van destinadas en mayor medida a la restauración del casco histórico. Es fácil encontrarse con extranjeros, mucho más escasos en otras partes del país. Multitud de ingleses y alemanes ocupan las terrazas de lujosas cafeterías.

No sé qué mas puedo decir de Granada, simplemente que es una ciudad que vale la pena visitar. La ciudad de Granada es patrimonio histórico universal.

Sábado

El sábado nos levantamos temprano. Guille estudia en la Universidad Agrícola los fines de semana, así que decidí ir con él, pues ese día, haría unas prácticas de campo sobre un tema que a mí me interesaba. El madrugón fue bastante inútil, ya que al final no hubo clase, se suspendió debido a que había huelga de autobuses y muchos alumnos no tenían medios para asistir.

En Managua todo el mundo se mueve en autobús. Son los archiconocidos autobuses escolares estadounidenses de color amarillo que fueron desechados de USA a mediados de los 90. De hecho, en algunos de ellos todavía se puede leer “BUS SCHOOL”. Supongo que los EEUU no encontraron espacio suficiente para montar una chatarrera gigante de autobuses, así que los enviaron a Nicaragua como “ayuda humanitaria”. Que de eso saben mogollón. Los conductores de autobuses nicaragüenses compiten entre ellos por ver quien pone en su vehículo la pegatina con el eslogan religioso más original, de tal modo que te puedes encontrar una enorme variedad de frases ingeniosas, del tipo;

Dios es amor

Dios me ama

Con Dios soy invencible

Jesucristo me cuida

Jehová es mi camino

Tu envidia es tu desgracia

Sólo Cristo es tu amigo

Etc. etc. etc.

Comprobado que nos habíamos quedado sin clase, nos fuimos a hacer la compra. En Managua hay cuatro tipos de sitios para hacer la compra.

    1. Los centros comerciales o supermercados de alto standing. Estos son los lugares más indicados para que un europeo pueda hacer la compra, porque, salvo pequeñas diferencias, son como los de casa. El problema es que el precio de los productos también es como el de casa, o peor.
    2. El Palí. Para que me entendáis os diré que el Palí es la versión centroamericana del Día. Las cosas están amontonadas, hay poca variedad, y los productos frescos no son todo lo frescos que al comprador le gustaría. Presumen de precios bajos y te cobran la bolsa, porque si no la quieres no está incluida de antemano en el precio. En realidad sus precios no están tan distantes de los de los centros comerciales.
    3. Los mercados. En el caso de Managua es el mercado Huembes. Son unos mercados como los españoles en los que se puede encontrar de todo, desde alimentos a artesanía.
    4. El Mercado Oriental. Es el sitio donde se puede encontrar los productos más baratos. Aquí compra la pobl
    ación de bajos recursos de Managua, esos que nadie sabe como llegan a fin de mes. Este mercado es una de las respuestas a esa incógnita. Se distribuye a lo largo de una gigantesca superficie a modo de laberinto. Dicen que es muy fácil perderse. También dicen que es un lugar peligroso, en el que a alguno ya le han robado hasta las gafas. He leído que aquí puedes encontrar desde alfileres hasta gasolina para aviones. Sin ánimo de ofender, y sólo para que os hagáis una idea de su aspecto, visto desde fuera parece una megabarriada de gitanos. Yo, por supuesto, no he entrado.

    Guille distribuye la compra entre los tres primero tipos de mercados. Los productos envasados se pueden comprar en el Palí, la leche y la carne en el centro comercial “La Colonia”, y las frutas y verduras en el mercado Huembes.
    Pues
    en eso estábamos cuando nos dirigimos al mercado Huembes. Este mercado es una serie de naves unidas bajo las cuales se distribuyen diversas zonas de venta. En la parte exterior se pueden encontrar multitud de artículos de artesanía, así como hamacas y mecedoras. Más hacia dentro encontramos los típicos locales de artículos de turisteo, como camisetas y gorras de Nicaragua. Lo más interesante está en el centro del mercado, donde se almacenan toneladas y toneladas de frutas y verduras apiladas en montones (plátanos, tomates, papayas, mangos, ayotes, naranjas, melones, piñas, etc). Algunos vegetales se venden por peso y otros por número, sin atender a ninguna razón lógica. Por en medio de los puestos no es difícil ver corretear alguna gallina. También hay puestos de carnicería, bastante desaconsejables desde mi punto de vista. Todavía no conocen la tecnología del frío para la conservación de la carne y la forma en la que la presentan es bastante repugnante. Siguiendo el paseo nos podemos encontrar puestos de variedades, en los que venden semillas a granel (lentejas, frijoles, arroz…) y bolsas de plástico con especias y colorantes. Esto le da a esta parte del mercado un olor especial. Durante toda la visita, las vendedoras (y los vendedores en menor medida), se afanan en llamar tu atención y en convencerte para que les compres. No paran de decirte: “Chelito, chelito…”

    Cuando llegamos a casa estábamos bastante cansados, pues al salir la noche anterior casi no habíamos dormido. Como no teníamos muchas ganas de trabajar, decidimos pasar el rato cortándonos el pelo. El pelo rapado y la barba más o menos extensa es un look muy expandido entre los españoles que trabaja en cooperación internacional en Nicaragua . Yo, no iba ser menos. En el caso de Guille, el cambio no fue muy sorprendente, ya que siempre muestra el mismo aspecto, pero en mi caso, me quedó claro que el poco pelo que tengo en la cabeza me hace un grato favor cuando crece. Realmente, es cómodo esto de tener la cabeza rapada, pero creo que no lo volveré a hacer. Me da la sensación de que no me favorece demasiado. Creo que os pondré una foto del antes y del después y podremos hacer una especie de encuesta popular mediante los comentarios de abajo del post. Espero que todos dejéis vuestra opinión. Incluso podéis ser crueles si lo estimáis necesario.

    martes, febrero 21, 2006

    Vida de noche

    El viernes por la noche decidimos salir a tomar algo. Por lo que he visto hasta ahora, la fiesta en América Latina no es tan impresionante como esperaba. (O quizás sea que yo no he ido al lugar indicado). Normalmente los lugares en los que sale la gente por la noche son locales grandes diseñados para cenar y para bailar.

    Nosotros fuimos a uno que se llamaba “El Mirador”, que se sitúa al pie de la laguna de Tiscapa, de la que ya he hablado anteriormente. Hay una vista preciosa. Es un local al aire libre, lleno vegetación y lucecitas. Un lugar de ocio para toda la familia. Tienen una orquesta, al más puro estilo de fiesta de pueblo español, que anima a la gente que sale a bailar. La música no es exclusivamente latina, y tocan un poco de todo. Ya os digo que quizás haya ido al sitio equivocado, pero el ritmo latino no es lo que nos imaginamos.

    Para cenar pedimos un caballo-bayo, que no es carne de caballo, sino que es una fuente de carne con pequeños trozos de otras cosas, como plátano. Para beber lo normal es pedir cerveza. Hay dos marcas de cerveza nicaragüense: Toña y Victoria. Las dos son muy suaves, casi más suaves que la Corona. También se suele tomar ron. La marca de aquí es Flor de Caña. También es muy suave, se puede tomar solo, con un chorro de lima exprimida o con un poco de coca-cola, pero siempre con mucho hielo. Esta bebida no se paga por vaso, sino que te sirven una botellita pequeña para que vayas sirviendo y un bol lleno de hielo.

    Éramos cuatro en la mesa, y el camarero sólo trajo una carta. Por supuesto, se la pusieron al que parecía más mayor, a Guille. Más tarde me comentó Guille que si traen la carta y hay un hombre y una mujer, siempre se la ponen al hombre. También me contaron que si la mujer paga la cuenta, el hombre recibe el cambio. Está bien este sistema. Habría que exportarlo ;-)

    Sobre la una o a las dos de la madrugada la gente se empieza a ir para cama. No parece que haya mucha vida nocturna. Siento no poder ofreceros fotos en esta sección, pero es que me dejé la cámara en casa.

    Las Delicias

    Creo que ya comenté que Ofelia (la esposa de Guille) trabaja par un colegio de niños huérfanos. Se encarga de llevar a cabo proyectos agrícolas para obtener dinero para la sustentabilidad del centro. La escuela tiene bajo su propiedad una finca denominada Las Delicias, donde tienen una plantación cafetalera. El otro día me invitó a ir con ella a visitarla.

    Yo pensé que iríamos los dos solos, pero el viaje consistía en ir en el todoterreno de una vieja ricachona, con un cura jovencito con cara de espabilado, con Ofelia, y por supuesto con la vieja. La finca queda en un lugar denominado “El Crucero”. Está en la cima de una montaña que queda a una media hora en coche desde Managua. Me imaginaba que me iba a encontrar con una finquita con una especie de jalpón, pero lo que había allí era una señora casa que dominaba una extensión al más puro estilo Falcon Crest. Para que os hagáis una idea, se están planteando hacer dentro de ella una ruta de senderismo.

    Los cafetales se cultivan en una pendiente muy pronunciada (entorno al 25%) bajo árboles de sombra. Al fondo del valle, donde acaba la pendiente, cultivan plátanos. No nos dio tiempo a ver la finca por la parte de abajo, pero me dijo Ofelia que allí podíamos encontrar monos. Aquí os dejo una foto de una planta de café. Sólo sale un granito porque en esta época no hay muchos.

    Cuando salimos de la finca eran sobre la una de la tarde. De camino a Managua, cogimos un desvío por un camino de tierra y empezamos a bajar desde la parte alta de la montaña al valle. Era una zona boscosa y totalmente salvaje. Ofelia me dijo que íbamos a echarle un vistazo a un restaurante nuevo que habían abierto.

    ¿Unrestaurante en el medio del monte?. Como no sea una tasca para leñadores, pues no sé yo…

    Cuando vi el restaurante quedé alucinado. Era una casa preciosa de una sola planta al pie de un jardín, con una cascada, un estanque con peces de colores y un puentecillo de madera que cruzaba un pequeño río. Este era un verdadero restaurante VIP. Me entró la curiosidad y no pude contenerme en preguntar cuanto costaba una cena. Resulta que por 10 dólares arreglas una espléndida comida. Más o menos lo mismo que cuesta un chuletón en el restaurante el Ché de la Adina.

    Al irnos del allí, la vieja y el cura se pusieron a hablar de comida, así que les debió de entrar el hambre y nos fuimos de camino a otro restaurante. Ofelia y yo, como mandados que éramos, tuvimos que acompañarles. Esta vez nos llevaron a uno que se llamaba Mi Pueblo, que estaba en un mirador de una montaña. Puro lujo. ¿Alguna vez probasteis a comer en el medio del bosque como si estuvierais en un restaurante? Pues en eso consiste. Aquí se lo pueden permitir, porque no hace frío ni de día ni de noche y en esta época llueve de pascuas en ramos. En las fotos podéis vernos a Ofelia y a mí en la “puerta” del restaurante.

    Encargamos para comer un par de sopas de gallina (son una especie de cocido que lleva de todo, mazorcas, pimiento, yuca, etc. y por supuesto, algo de gallina), unas tortas con una especie de ensalada con crema blanca y un plato de plátano frito con queso frito. No estuvo mal, pero ya empezaba a sospechar a estas alturas que la comida nicaragüense no estaba hecha para mí. Para beber, lo habitual son los frescos. Son unos zumos rebajados con agua y con bastante azúcar. Más adelante os hablaré más extensamente de la comida, porque se merece un capítulo a parte.

    El caso es que acabamos de comer y la viejecita se ofreció a pagar la cuenta. Era evidente que tenía pasta por la manera de vestir, por la manera de hablar y porque era blanquita. Sacó de mastercard canceló la deuda. En ese momento entendí por qué el cura era tan amiguito de ella (jeje). Para mí fue una situación curiosa. Sentí lo que siente un tío con pasta cuando entra en un restaurante de lujo. Sentí que podía pedir lo que quisiera sin preocuparme por la cuenta. Lo cierto es que tampoco pedimos una comida especialmente cara, pero al entrar en un sitio de este estilo en España habría hecho que me sintiese desplazado.

    Mucha gente me pregunta si las cosas aquí son muy baratas… y yo les respondo; esto es una locura. Hay cosas muy, muy baratas y cosas muy caras. Por ejemplo. La gasolina vale lo mismo que en España, pero este no es un buen ejemplo porque el precio lo estipulan los mercados internacionales. Otro ejemplo es la leche. Un tetrabrick de un litro te puede costar 1,5€ al cambio. El aceite de oliva vale más que en España. Un bote pequeñito de protector solar te cuesta al cambio 8€. En el otro extremo está, por ejemplo, una comida en un restaurante medio, que te puede costar 25 córdobas (20 córdobas son un euro), o una coca-cola en un bar, que te cuesta 5 córdobas. Un viaje en taxi son 15 córdobas. Un viaje de 270km en bus son 70 córdobas (un kilómetro en el trayecto Gatwik-Heathrow te sale 165 veces más caro que un kilómetro en el trayecto Managua-Somoto; haced el cálculo y comprobadlo). Una noche en un buen hotel con televisión por cable son 90 córdobas. Yo opino que esta variabilidad de precios se debe a las características económicas de este país. Por un lado, los salarios son bajos, muy bajos. Un obrero cobra 150 dólares al mes. Por tanto la mano de obra es barata. Las comidas son baratas porque se realizan con materia prima sin procesar, que es barata, porque los productores cobran poco. Por otro lado, en Nicaragua no se fabrica casi ningún producto elaborado, casi no hay fábricas, entonces todo es importado, por eso los productos procesados son extranjeros (y caros). Si compras cualquier producto envasado (como galletas, zumos, ropa, etc.) podrás leer en la etiqueta que están fabricados en Costa Rica, Honduras, Mexico o El Salvador… Nunca en Nicaragua. El problema de este país es que sale más barato poner a 20 tíos todo un día a cavar una finca que hacer el mismo trabajo en una hora con un tractor. Y si optas por la opción del tractor, a ver de donde lo sacas, porque yo por aquí no he visto muchos.

    Seguramente os preguntéis como hace un obrero para llegar a fin de mes con tres o cuatro hijos (de media), una esposa y una amante. Pues no lo sé. Quizás el secreto esté en comer a base de arroz con frijoles y no beber demasiada leche. Lo cierto es que no se ven pobres por la calle, no hay gente pidiendo. Bueno, quizás algún borrachin, pero es con la intención de volver a nivelar la contidad de alcohol en sangre. No creo que nadie se muera de hambre, porque en último caso hay árboles frutales en la calle. Sólo tienes que subirte a uno.

    Algo que me llama la atención en el precio de las cosas es que para las cosas baratas los precios se dan en córdobas y para las caras en dólares. Si te compras y móvil o alquilas un coche el precio te lo dan en dólares. No creo que sea para reducir cifras, porque cantidades más grandes manejábamos los italianos y los españoles cuando no había euro. Igual es que los dólares dan más seriedad a las cantidades importantes.

    9 de febrero

    En este día experimenté mi primera experiencia de adaptación al horario Nica. Me levanté a las 5 de la mañana. Lo curioso del tema es que la mayoría de la gente no empieza a trabajar hasta las 7 o las 8. Entonces, os preguntaréis: ¿y para qué se levantan a las 5?. La respuesta es que se lo toman con mucha calma. Desayunan con tranquilidad, riegan un poquito el jardín, se acicalan, etc. En el caso de Guille está mas justificado el madrugón porque tarda bastante en llegar al trabajo, pero él también se lo toma con calma. Creo que todavía no he visto un Nica corriendo, ni tan siquiera apurado. El único momento en el que tienen prisa es cuando tienen un volante entre las manos. Os dejo unas fotos de la calle en la que está la casa de Guille. Es una zona muy tranquila.

    Desayunamos y nos fuimos a dejar a Ofelia en la escuela en la que trabaja, una especie de hogar de acogida para niños huérfanos. Ella es la encargada del desarrollo de proyectos agrícolas para financiar económicamente a la escuela. Luego nos dirigimos a la oficina donde trabaja Guille. Está situada en una zona de casas acomodadas, de clase media-alta. La casa está compartida por tres ONGs que se reparten el alquiler. Las tres son españolas. La oficina es pequeñita, y está a su máxima capacidad. El espacio no da más de sí. En la foto aparece Guille delante del mapa de Centroamérica.

    Para nosotros Centroamérica es un concepto “difuso”, pero para ellos es su punto de referencia en el mundo. Cuando tienen que hacer una observación de su país la hacen siempre con respecto a Centroamérica.

    En lo oficina conocí a Ricardo, un madrileño que lleva unos 4 años en Nicaragua, pero ya habla como los nicas. De hecho, cuando lo conocí le pregunté de qué parte de Nicaragua era. Está asentado y amarrado, parece que no tiene intención de volver a España. También está Marcel, un catalán que se vino para aquí como voluntario hace 6 meses. Él también parece a gusto en Managua. A éste le va a costar más abandonar el acento catalán.

    Al salir de la oficina tuvimos la oportunidad de ir a un banco para que yo pudiese cambiar los dólares que traía de España a Córdobas. Cuando entras en el banco hay un vigilante jurado que te revisa y te pasa un detector de metales. Me sorprendió bastante el hecho de que al realizar el cambio de moneda, lo realizasen según el cambio oficial, de 17,21 córdobas por dólar, pues así ellos no manejan margen de beneficios. Por lo tanto, el cambio de euros a córdobas es entorno a 20 córdobas por euro. Lo curioso del sistema bancario es que la cajera tiene que teclear uno a uno todos los billetes que te entrega. Si cambias 150 dólares a córdobas te tienen que dar un buen fajo de billetes. Como consecuencia suceden dos fenómenos: que las cajeras de los bancos tienen una habilidad manual que dejaría en ridículo a Lukie Luck, y la segunda es que generalmente en los bancos hay unas colas que te pueden hacer esperar horas. El truco es ir a la hora que no hay nadie.

    Si tienes mucha urgencia a la hora de cambiar dinero puedes recurrir a los Coyotes. Los coyotes son unos individuos que siempre tienen un fajo billetes de córdobas en la mano y suelen estar en puntos fijos de la ciudad. Son la versión nica de los vendedores de la ONCE. Se dedican a cambiar dólares a córdobas. Según la cara de pardillo que te vean o la confianza que tengas con ellos te ofrecen un cambio más o menos ventajoso. No se puede decir que Nicaragua sea un país muy inseguro, pero en todos lados sorprende ver a un tío agitando un fajo de billetes en plena calle. El sistema está bien estudiado, van armados con pistola y en caso de que alguien intente darles el palo la tienen para usarla. Además siempre están en contacto con otros coyotes, algunos con vehículo, por lo que si el ladrón escapa siempre lo pillan y lo suelen dejar tieso. A mí me hace gracia ver a coyotes que son viejecitas sentadas en una silla al borde de la calle. No me las imagino encañonando a alguien con una pistola.

    Aquí se suele comer entorno a las 12 o 12.30 y la jornada laboral acaba a las 6, más o menos. En el caso de Guille, hace jornada continua y a las 3 sale de trabajar para irse a comer a casa.

    Al llegar a casa, básicamente te dedicas a descansar, porque un día caluroso no invita a otra cosa.

    Sobre las 8 ya es hora de irse para cama. (Como los Lunis).

    Uno de los inconvenientes (o ventaja) de este clima es la gran biodiversidad que fomenta. En el caso de las plantas, pájaros, etc. es fantástica, pero es terrible en el caso de los insectos. Hay muchos y muy variados bichos. Para poneros un ejemplo, en España tenemos la típica hormiguita de toda la vida (la negrita), y quizás, si nos ponemos, podemos encontrar algún otro tipo de hormiga, una así como rojita. Pero aquí te puedes encontrar hormigas pequeñitas, medianas, grandes (como camarones), rojas, negras, granates, transparentes, cabezonas, culonas, con cuernos… Vamos, que hay de todo. En realidad hay menos mosquitos de los que me esperaba encontrar. Aquí los llaman zancudos. Sobre todo al principio me tenían atemorizado. Suponía que al picarte un mosquito estabas condenado a la muerte. Pero parece que no.

    Cuando te metes en cama puedes escuchar multitud de ruiditos, desde la carcoma rugiendo madera hasta el gallo cantando por la mañana, pasando por multitud de sonidos sin identificar. Pero la naturaleza es sabia. Creó un ser que me ha tenido fascinado desde que llegué, el Perro Zompopo. Es una especie de lagartito naranja, que hace un ruido fuertísimo teniendo en cuenta su tamaño (unos 4 centímetros). Su sonido es parecido al de un chascar de dedos. Este animalito se dedica a subirse al techo para colocarse al lado de la bombilla. Desde ahí, con una agilidad tremenda se dedica a comerse a los mosquitos y otros bichos. Quedarse parado mirando como caza es todo un espectáculo. Me encanta. Me voy a llevar una parejita para casa.

    domingo, febrero 19, 2006

    Managua

    Al día siguiente de llegar, me pasé la primera mañana en la casa de Guille. Creo que tenía pendiente contaros por qué no era muy aconsejable salir en mis condiciones. Managua es una ciudad muy peculiar. En primer lugar, lo que llama la atención es que no hay edificios. Sólo hay un par de ellos que tienen más de 10 plantas (y son muy antiguos, por cierto), y los que tienen más de dos plantas se cuentan con los dedos de las manos. Esto tiene como resultado una ciudad expandida a lo largo y a lo ancho, una ciudad enorme repleta de pequeñas casitas de una planta rodeadas de una gran cantidad de árboles.

    La primera razón para no salir de casa es que, como la ciudad está tan expandida, lo que buscas, generalmente, está muy lejos. Es muy raro que puedas ir andando a donde quieres ir. Una segunda razón es que las calles son todas idénticas, con el mismo empedrado, las mismas aceras, los mismos árboles y las mismas casas con los mismos anuncios pintados en las paredes de Coca-cola y Movistar. Orientarse es prácticamente imposible si no has vivido aquí mucho tiempo. En una ciudad normal, se suele recurrir a los edificios singulares, plazas o incluso escaparates para poder saber donde estás, pero aquí las zonas o edificios singulares escasean. Para más complicación, es una ciudad relativamente plana, por lo que hay pocas elevaciones desde las que puedas ver a dónde quieres ir. La tercera razón, y más increíble, es que Managua no tiene nombre de calles, ni números de casa, ni nada de nada. Las distancias se miden en cuadras (lo que le llaman los americanos “una manzana”) y en varas (de distancia inferior a un metro). Además al Norte le llaman Norte o “lago” (porque Managua linda al norte con un lago, lago de Managua o Xolotlán), al Sur, Sur, al Este, Arriba y al Oeste abajo. Lo curioso de este sistema de coordenadas es que el Este no está más arriba que el Oeste, ya os dije que Managua era una ciudad relativamente plana. Como puntos de referencia se utilizan lugares que fueron famosos en algún motivo en el pasado. Por lo tanto, un ejemplo de dirección en Managua puede ser el siguiente:

    “Donde era el cine González, cuatro cuadras al sur, dos cuadras arriba, dos cuadras al sur, veinte varas abajo”

    Lo más gracioso de este sistema es que el cine González fue destruido en el terremoto del 72, por lo que sabe dios donde estaba el dichoso cine. Y así pasa con la mayoría de los lugares de referencia. La verdad, es que un cartero en Managua vale un imperio. También es cierto que hay que tener valor para mandarle una carta importante a alguien.

    Lo primero que se te ocurre cuando llegas a Managua es buscar un plano de la ciudad, pero lo cierto es que no existe. No hay planos. Existen una especie de bocetos de la ciudad hechos un poco “a lo loco”, y aún así son difíciles de conseguir. En el caso de que consiguieras uno no sería de mucha utilidad, porque como las calles no tienen nombre y no hay muchos lugares de referencia, no sabrías ubicarte en el mapa.

    Como ya os comenté, a la mañana de mi primer día en Managua intenté salir de casa, pero la verdad es que di un paseito de cinco minutos y me fui para casa otra vez, estaba empezando a temer que no sabría volver.

    Sobre las 3 llegaron Guille y Ofelia de trabajar, comimos, y Guille me invitó a dar una vuelta por Managua. Cogimos el coche y la primera parada la hicimos en un ciber. Allí pedí una llamada a España, que realizan a través de Internet, por lo que salen bastante baratas. El problema es que la calidad de la llamada depende del ancho de banda disponible en ese momento en el ciber. Cuando yo llamé, debía de ser mínimo, porque al llamar a mi casa no se entendía nada de nada. De hecho, mi madre me colgó el teléfono sin poder averiguar que era yo el que llamaba. Volví a llamar y solamente le pude decir a mi padre que había llegado bien a Nicaragua.

    Después nos dirigimos a la loma de Tiscapa. Es una pequeña elevación en la que se puede ver la ciudad desde lo alto. Antes de subir nos sucedió un detalle que representa cómo funcionan a veces las cosas aquí.

    La loma de Tiscapa es una especie de zona verde delimitada y vallada, por lo que antes de subir con el coche, tienes que cruzar un control que tiene un vigilante. Al llegar al control hay un cartel que pone “ABIERTO AL PÚBLICO DE 8 AM A 6 PM” además de otro que pone “NO SE PERMITE ENTRAR EN ESTADO DE EBRIEDAD NI DROGADO”. Todavía no eran las 5 y en la entrada al lugar había una hilera de conos que impedían el paso. Paramos delante de ellos y el vigilante que estaba sentado en una silla, se levantó y se nos acercó.

    -Está cerrado. Dijo.

    -Ya, pero es que aún no son las 6, respondió Guille.

    -Sí, pero es que hoy cerramos antes.

    -Permítanos pasar, solo subimos a echar un vistazo y bajamos.

    -No va a poder ser… Es de mi responsabilidad lo que puedan hacer si les dejo pasar al estar cerrado…

    -Ya comprendo, ya… dijo Guille. Entonces, cuanto sería?

    -Pues 20 pesos

    Guille le dio los 20 pesos y nos quitó los conos para que pudiésemos subir, mientras que el tío ponía cara como de que nos estaba haciendo un favor. Por supuesto, el lugar estaba abierto al público. Con esto no quiero decir que aquí las cosas sean siempre así, pero hay la posibilidad de que suceda.

    El mirador de Tiscapa está pegado a una laguna de origen volcánico. El volcán pertenece a una cordillera de volcanes que cruzan Nicaragua de norte a sur. Esta laguna está ubicada casi en el centro de Managua. En la cima hay una estructura metálica con forma de silueta humana, pintada de negro. Esta figura se repite por otros puntos del país al puro estilo “toro de Osborne”, y representa al exgobernante del país, Augusto César Sandino (Sandino para los amigos). Le saqué una foto para que juzgarais vosotros mismos, pero para mí que tiene un sospechoso parecido a… ¿lo habéis adivinado? A la silueta que representa a Castelao. La estructura fue diseñada por Ernesto Cardenal en 1990 y se dice que este individuo anduvo por tierras gallegas. Sacad vosotros mismos las conclusiones.

    También saqué una foto en la que salgo delante del lago y con la impresionante Managua al fondo. La ciudad está escondida debajo de una gran cantidad de árboles, presentes en todas las aceras, que la camuflan al verla desde arriba, ya que las construcciones suelen ser de menor altura. También se ve un edificio blanco-grisáceo con una especie de chimenea. Esa cosa extraña es la nueva catedral metropolitana de Managua, que merece la pena contemplar debido a su exorbitante mal gusto. Siento que las fotos sean tan pequeñas, pero no me las dejan subir más grandes al blog en este momento.

    Hacia el otro lado de la loma está la parte vieja de Managua, que fue casi en su totalidad destruida en el terremoto de 1972. Hasta esa fecha Managua, por lo que tengo entendido, era una ciudad de estilo colonial, de aspecto semejante a la Habana. Hoy en día quedan en pie algunos edificios emblemáticos, como la Asamblea Nacional y el Palacio de las Comunicaciones y otros, pero del resto sólo quedan algunos escombros y barriadas de casas bajas. Esta zona fue abandonada, lo que provocó la actual expansión horizontal de Managua. La ciudad se encuentra situada sobre una falla de gran actividad sísmica, que provocó otro terremoto de gran intensidad en 1931. Según la Sra. Sara, una señora de unos 60 años que trabaja para Amigos de la Tierra, está a caer el próximo temblor, ya que tienen una periodicidad de unos 30 años. Dice que cuanto más tarde, peor será, porque se está acumulando la energía. Igual tiene razón, pero si decide descargar, espero que me respete tres meses. Esa es una de las razones por las que las casas en Managua no suelen subir más de una planta.

    sábado, febrero 18, 2006

    Primer día

    El viaje desde Miami no estuvo mal, salimos un poco retrasados. El avión era de American Airlines. Era un poco antiguo, pero bastante amplio y cómodo. Te dejan una manta para pasar el viaje, así que la apoyé contra la ventanilla y me eche a dormir desde que despegamos hasta que aterrizamos. Aquí no nos dieron cena, pero a cambio nos obsequiaron con una bolsita de 50g. de chasquis. También nos dieron los papeles que hay que entregar en la aduana de Nicaragua. Por lo menos en estos preguntaban cosas normales, no idioteces.

    Aterrizamos a las 21.00, hora Nica. Desde el aire Managua se ve como una ciudad muy grande, pero grande a lo ancho, no a lo alto, porque no hay edificios. Todo son construcciones bajas, la mayoría de una planta, o como mucho de dos.
    Al salir del avión, un calor sofocante te deja medio atontado, pero cuando te sacas el la chaqueta polar que lleva contigo todo el viaje ya se hace más llevadero. La terminal del aeropuerto me dejó muy sorprendido, me esperaba algo mucho menos elegante. Entregamos los papeles de aduanas, pagamos 5$ (todavía no sé a cuento de qué), y pude recoger mi maleta sana y salva. En contra de lo que habría apostado, mi maleta también llegó a Managua.

    Al salir por la puerta allí estaban Guille y su mujer, Ofelia. Me alegré mucho de verlos. Tenía la sensación de que hacía siglos que no veía una cara conocida. Me aclaró que la terminal estaba recién reformada. Cuando salimos del aeropuerto, la primera sensación fue la de percibir un olor muy familiar. Olía a tarde de verano. Olía como huelen los jardines en Galicia a las 7 de la tarde de los días más calurosos. Un poco a hierba, un poco a tierra e incluso un poco a cloro. La sensación ambiental es la misma que se tiene en esas tardes de agosto en las que de repente aparecen hormigas con alas por todas partes. La temperatura sería de unos 25-30 grados.
    Guille tiene un Toyota Yaris sedane. Nunca había visto uno. Aquí casi todos los coches son japoneses. No se ven coches europeos. Es un coche un poco raro, porque la consola de mandos no se encuentra detrás del volante, sino en el centro del coche. Un detalle interesante; no tiene calefacción.

    La casa de Guille se encuentra casi en la otra punta de la ciudad. Vive en lo que se podría llamar el extrarradio, pero no tal y como nos lo imaginamos nosotros, porque todas las casas son del estilo extrarradio. Es una casita de dos plantas, con un ligero aire colonial. Es muy bonita, las maderas del interior son todas nobles. No sabría decir cuanto tiempo tiene esta casa, quizás tenga menos de 10 años, pero estilos de construcción de determinadas partes de la casa te hacen recordar casas más antiguas. En el exterior tiene un pequeño jardín en el que hay cocoteros, arbustos de chile (el chile son una bolitas que da esta planta, y con solo rozarlas con un dedo y pasártelo por la boca, te puedes hacer una idea bastante exacta de lo picantes que son), plataneros, y otras plantas y árboles que no reconozco.

    A mí me tenían preparada la habitación de invitados, con una cama muy grande de matrimonio cubierta de sábanas blancas. Todavía eran las 22.30, pero nos fuimos a dormir porque para Guille y Ofelia la jornada laboral empieza muy temprano, se levantan entorno a las 5 de la mañana. Yo no tenía pensado levantarme a esa hora, pero como la noche anterior no había dormido, también me metí en cama. Aquí en Nicaragua, la palabra mediodía tiene más sentido que en ningún otro lado, porque el día empieza sobre las 6, y anochece a las 6 de la tarde. Lo de medianoche también le viene al pelo.

    Antes de meterme en cama rocié un poco de spray repelente de mosquitos sobre mí y sobre las sábanas. Estaba un poco acojonaillo con el tema de los mosquitos, pero Guille me tranquilizó diciendo que esta era una época de pocos mosquitos, aunque de todos modos me metiera debajo de las sábanas. De noche hace calor, tanto como en los peores días de agosto en Sanxenxo, pero los nicas (los habitantes de Nicaragua), duermen con el abanico encendido (el ventilador). A mí también me pusieron uno. Se agradece muchísimo, refresca y además te podría espantar a los mosquitos (si los hubiese). Dormí como un bebé.

    Hoy me desperté a las 9.00. En la casa vive una prima de Ofelia, que es la encargada de cuidar a los niños (Carlos y Yalí) cuando ellos no están, además de limpiar la casa y hacer la comida. Ella misma me preparó el desayuno. Me ofreció un plato con taquitos de sandía (impresionante), plátano, y melón (melón de color naranja, un poco más dulce que el de España) y aguacate. Por encima se le echan cereales, pero no cereales tipo Kellogs, sino semillas propiamente (avena, salvado de trigo…). Normalmente se pasa por encima una miel que es más ligera que a la que estamos acostumbrados. También me puso media pota de café (un café muy suave, se toma sólo) y para mi sorpresa, unas magníficas filloas. Pero no algo parecido a filloas, sino filloas totalmente iguales a las de mi casa.

    Al acabar de desayunar decidí buscar un teléfono para llamar a casa. Esta es una zona muy tranquila, y es difícil encontrar establecimientos. Cerquita hay una tienda (una venta) en la que se anuncia “teléfono público”. Fui a solicitar una llamada, pero me dijeron que no podían hacer llamadas internacionales. La opción que tenía era irme a un ciber, pero queda a más de una hora de camino, y hoy hay huelga de autobuses. De todos modos todavía no me atrevo a salir solo a más de 100 metros de la casa de Guille. Ya os contaré el porqué. Realmente esta es una ciudad muy singular.

    jueves, febrero 09, 2006

    Miami

    A las 14.20, hora local, llegué a Miami (19,20 en Londres, 20,20 en España). Miami es impresionante. ¿Recordáis la entrada de CSI Miami? Pues desde el aire es así. Tiene una larga costa de playa y hacia dentro de la península hay una especie de lago con islas llenas de chalets, conectadas todas entre sí con puentes. Me encantaría poder visitar esta ciudad algún día. Es uno de esos sitios que tienen una luz especial que te alegra el día. Es un lugar muy agradable.

    Al llegar tuve que pasar tres controles de aduana. En el primero tuve que entregar los papeles que había cubierto. El típico poli americano, rubito cara-culo, me dijo de malas maneras que estaban incompletos y me mandó de vuelta a cubrirlos. Los datos que faltaban, lo ponía bien clarito en el papel, los tenía que cubrir el personal de aduana, es decir, él, pero como no se quería molestar prefería que los cubriese yo y luego solamente comprobar con el pasaporte si estaban correctos. En el segundo control, el policía era de Guatemala, y de buen rollo, aún estuvimos un ratito charlando sobre Nicaragua. Muy buen tipo. El tercero era el que revisaba el equipaje de mano, pero me dejó pasar sin vérmelo.

    Cuando me dejaron tranquilo, lo primero que hice fue buscar mi billete a Nicaragua. Si queréis un consejo, cuando viajéis en avión, facturar el equipaje y coger la carta de embarque con toda la antelación posible, porque nunca sabes los problemas que puedes tener ni cuanto tiempo puedes tardar en llegar a la puerta de embarque. A veces hay líneas de autobús entre terminales, y tienes que contar con eso.

    El Miami ya no tienes tantos problemas con el idioma. Todos los carteles están en Castellano e Inglés. Es lógico, porque el aeropuerto de Miami es la puerta de entrada de toda Sudamérica. Calculo que el 80% de los empleados del aeropuerto son latinos. Los latinos aquí son como los indios en Londres.
    Como todavía eran las 4, decidí salir del aeropuerto a dar una vuelta. Por aquí cerca no hay mucho más que ver que el aeropuerto, porque es tan grande que por mucho que andes no te alejas de él.

    Me llamaron la atención los coches que circulaban por la calle. Casi todos son de gama alta, Mercedes, Porsches, Audis, Mustangs, etc. Se llevan la palma los todoterrenos. Casi la mitad de todos los automóviles son todoterrenos. También hay muchas limousinas. Sorprendentemente, no se ve ni una sola moto. No lo entiendo, porque aquí hace un tiempo fantástico para andar en moto.

    Son las 17.00 horas. (23.00 en España). Hace 35 horas que salí de casa. Buscaré algo de comer e iré en busca de la puerta de embarque. Ese es mi lema; siempre mejor con tiempo de más.

    17.30. Ya me he zampado un bocadillo vegetal con una especie de Nestea (5,75$). Espero que este bocata no me siente mal, porque calculo que el pan era por lo menos del Pleistoceno.

    lunes, febrero 06, 2006

    Aqui empieza todo.

    Hoy me he levantado a las 10.00. Estaba un poco nervioso. Lo noto porque casi no tengo hambre y tengo un párpado que da saltitos, que va a su bola. Aún así he dormido bien. Estaba muchísimos más nervioso el día que me fui a hacer la endoscopia. Me duché, me afeité y fui haciendo la maleta.

    Salí a las 12.00 hacia Santiago de Compostela, donde cogía mi primer vuelo. Llegué allí, con mi madre y mi hermana a las 13.30. Mi otra hermana también pasó a despedirse. De allí poco tengo que contar, porque estar en el aeropuerto de Santiago es como estar en casa. Facturé mi maleta de 20Kg a Madrid. Antes de embarcar me compré El País. Auguraba un mal día para visitar barajas.

    A las 15.30 cogí el avión, y tras menos de una hora de viaje empezábamos a aterrizar en Madrid. Cuando nos acercábamos, no se veía la ciudad por ningún lado. El motivo es que en un día soleado como el de hoy, la impresionante nube de polución que cubre la ciudad hace un efecto espejo, que impide ver algo más allá de los campos de cultivo que la rodean. Aterrizamos en la pista central y el avión nos dio un paseíto de un cuarto de hora hasta llegar a la flamante Terminal 4 de Barajas.

    El edificio mola mucho, la estructura tubular y la cubierta son preciosas, pero a mí no me parece nada funcional. Sólo hay una zona de recogida de equipaje, y como el edificio es tan grande, si te toca aterrizar en la otra punta de la Terminal, de unos 20 minutos andando no te libra nadie. Cuando bajas del avión, te dicen que si haces trasbordo, que espabiles, que el tiempo estimado para embarcar en otro vuelo son 25 minutos. Ja. Me río yo de esos 25 minutos. Los 25 son los que tardas en encontrar la cinta por la que sale tu equipaje. Resultó que a mi cinta (por error, supongo) llegaban las maletas de medio aeropuerto. Así que la cinta estaba echando las maletas por fuera, y sus dueños esperando por ellas en otras cintas. Ya empezaba a dudar que apareciese mi maleta por algún lado después de casi 45 minutos de espera, por increíble que parezca, llegó a la cinta.
    Tras comerme el bocata que traía desde casa, a las 18.00, decidí comenzar la búsqueda de mi mostrador de facturación. Eso fue fácil. Más complicado fue llegar a la puerta de embarque. Para empezar sabía que estaba en la Terminal 4. Después averigüé que estaba en la Terminal satélite de la Terminal 4, y pillé el metro que llevaba a ella. Allí supe que mi puerta era una de las llamadas MRSU. Me dirigí a ellas, y reduje la búsqueda a la S y de ahí a la S33. Toda una aventura. Llegué a la S33 casi una hora después de facturar, a las 19.30. Me río yo de los 25 minutos.

    El vuelo a Londres con British Airways estuvo muy bien, mejor que el de Iberia a Madrid. Lo cogí a las 20.45. Los asientos eran muy cómodos, de cuero y muy amplios. Sólo de verlos te entraba el sueño. La tripulación no dijo ni papa en Castellano. Parece que los ingleses le tienen alergia al idioma. Para encontrar una persona que hable Castellano desde el momento que coges este avión lo tienes muy complicado. De hecho, en este vuelo sólo viajan ingleses o españoles en viajes de negocios. Los españoles solemos preferir Ryanair.

    En el avión nos sirvieron la cena, consistente en una especie de mini-pizza, un cubilete con arroz con uvas pasas, un heladito y una coca-cola de 15cl. Tengo comido cosas peores.

    A las 23.05 (22.05 en UK) llegué al aeropuerto de Gatwick. No es un aeropuerto tan moderno como el de Madrid, pero está bien. Está enmoquetado de arriba abajo. Un punto a su favor es que tienen red wireless. Lo que menos me gustó fueron los 15 minutos de caminata hasta la cinta de equipaje, pero a diferencia de Madrid, allí está tu maleta esperándote. En ese momento pensé que tenía que empezar a pensar en cómo iba a llegar al aeropuerto donde cogía mi vuelo a Miami a la mañana siguiente, a Heathrow. Si eres un poco atento, y el aeropuerto es un desastre, siempre encontrarás información por algún lado. Encontré un cartel en el que ponía Bus to Heathrow. En momentos como este te preguntas porqué no habrás aprovechado mejor las clases gratuitas de Inglés que te dan en el colegio. No valoramos las cosas hasta que no las necesitamos. Descubrí que era mucho más fácil que me entendieran a mí que yo entenderlos a ellos, así que les preguntaba cosas de modo que responder sí o no, o una cantidad. Fui a una ventanilla de cambio de moneda y pregunté allí si sabían cuanto costaba el billete de a Heathrow. Eran 18 libras. Una animalada. Resulta que 50€ son casi 30 libras (1 libra = 1€ = 277 pts). Entonces, el billete de bus son unos 30€. Pues menos mal que se anuncian como la compañía con las tarifas a mitad de precio… He visto billetes de avión ida y vuelta a Santiago a Gatwick más baratos. Decidí cambiar 50€ en 30 libras., y con ese dinero me dirigí a la parada del autobús. Allí me llevé una desagradable sorpresa al ver que hacía 15 minutos que había pasado el último autobús de la noche a Heathrow. No es que me preocupase perder el avión de la mañana siguente, que era a las 9 y pico, pero prefería pasar la noche allí. Fastidiado, iba caminando hacia un taxi para preguntar cuánto me podría costar el viaje (le echaba, por lo bajo, 60€), cuando detrás de mí apareció un autobús. Bajó un negro a toda leche, miró para un lado, miró para el otro, y me preguntó a dónde iba. Tan pronto como le dije que iba a Heathrow me cogió la maleta y me la enchufó en el maletero. Le pregunté dónde había que pagar, pero él sólo decía; come on, come on… Así que subí al bus. Ya dentro deduje por qué había aparecido el bus fuera de hora. Había un par de asientos que olían a vómito, un vómito del demonio. Me senté. Me pareció un poco raro que me cobrasen a mi llegada al destino. ¿Qué harían en el caso de que no tuviese pasta?. Qué de buena fe es esta gente, pensé.
    Según los horarios, el viaje dura sobre una hora y media, son 40 millas (1 milla = 1,6 km.), pero el conductor lo resolvió en menos de una hora. También hay que tener en cuenta que por la autopista no había ni dios.

    Os voy a decir una cosa; es cierto, estos desgraciados conducen por la izquierda. Impresiona bastante al principio, sobre todo al coger las rotondas.

    Cuando llegamos al aeropuerto y el bus paró, el negro salió disparado a sacar las maletas del maletero. Me quedé a un lado para esperar a que me cobrara. Pero no lo hizo. El tipo no me hizo ni p. caso. Entonces me fijé como la gente que le daba las maletas le pasaba el ticket y él se lo cortaba.
    Ostras. Y yo sin ticket.
    Deduje entonces que el tipo llegó tarde a la parada por limpiar el vómito, sólo estaba yo, que no tenía ticket, y por no hacerme volver a dentro a pagarlo me subió sin pagar. Otra teoría es que le di pena porque me hice un lío al decirle que iba a Heathrow. El caso es que, viendo que él estaba a lo suyo, pillé mi maleta y empecé a andar poco a poco hacia lo lejos. Si le debía algo, ya me llamaría. Y no me llamó. Para que luego digan que los negros no son de fiar.

    La parada de la que bajé estaba en medio de ninguna parte. Allí decía que era la parada del aeropuerto, pero yo no veía ni aeropuerto ni farrapos de jaitas. Me puse a andar por una hacera, hasta que al cabo de una media hora encontré una señalización en la carretera que indicaba hacia la Terminal 3. Esa era justamente la mía. Andando, andando, llegué a ella.
    Entré allí, y había exactamente la misma gente que en la autopista; ni dios. Era la nave de facturación, del tamaño aproximado de dos campos de fútbol. Aquello parecía una peli de terror. Estaba acojonao. Volví a salir y apareció por allí un tipo con chaleco fluorescente y le pregunté donde podía comer algo. Me dijo que pillara el eleveitor y subiera una planta. Aquello ya era otra cosa. De vez en cuando me cruzaba con alguien. Había una cafetería muy chula regentada por dos primos de Apu, el el badulake de los Simpson. Pensé que al ser inmigrantes sería comprensivos, pero el cabronazo que me atendió me hablaba la leche de rápido y hacía como que no me entendía.

    Eran las 00.00. Conseguí pedirle un café mediano y dos pasteles. Me puso un vaso de café de medio litro y los dos magdalenas raras. No protesté porque tal cantidad de café me venía al pelo para pasar toda la noche despierto. Ojo al dato; me cobró 4,75 libras (casi 8 eurazos por dos magdalenas y un café). Después de ahorrarme las 18 libras del bus me podía permitir esto y un buen desayuno de mañana. Además, ¿que voy a hacer yo con 30 libras en Nicaragua?. Ahora mismo, a la 1.00 estoy en la cafetería escribiendo esto, acabando el café y la primera magdalena (bajan mal, son un poco empalagosas). Les pregunté a qué hora cerraban el chiringuito, y me dijeron que la Terminal cerraba de 2 a 4. No sé donde pasaré esas dos horas. Fuera hace mucho frío. Lo bueno es que no voy a ser el único, hay un par de individuos durmiendo en unos asientos del pasillo.

    3.00. Soy más cazurro de lo que pensaba. Resulta que el morenito me dijo que la cafetería cerraba de 2 a 4, no la Terminal. Fue un alivio. Esto parece un hospital de guerra, la gente está zapateada por todos los asientos y por el suelo durmiendo, con la cabeza apoyada en los equipajes. Intenté pasar un poco el rato conectándome a Internet, pero estos ladrones sólo me dieron 20 minutos de conexión por 2 libras. Por encima, me olvidé en el asiento la bolsa con mi otra magdalena. Cuando volví a por ella ya no estaba.

    Por ahora me dura el efecto del café, sigo despierto, pero mi a estómago no le hizo mucha gracia, me cuenta que se siente como si le hubiesen metido un par de patadas. Por cierto, el café era de lo peor; malísimo. Espero aguantar despierto hasta que embarque, a las 9.30, y así dormir como un campeón en el avión.

    Son las 7.30. Aquí la vida comienza entorno a las 5.30. Los primeros en llegar son los indios. Hay indios por todos lados. Son los que hacen el trabajo sucio. Sobre las 6 empiezan a llegar los dependientes y abren las tiendas y restaurantes. Hay que echarle narices para irse a comer a un Burguer King a las 6 de la mañana. Como ya estaba harto de estar sentado, en cuanto abrieron los mostradores de facturación para mi vuelo fui a llevar la maleta. Volví a coger el eleveitor para volver a la planta baja, donde no había nadie la noche anterior, y ahora estaba repleta de gente. Además de indios, había mogollón de árabes con turbante (y parece que con mucha pasta). Aquí operan las grandes compañías árabes, como Air Qatar. Se sabe bien donde están, porque delante del mostrador tienen alfombras persas.

    Gracias a dios no cojo aviones a menudo, porque sino me saldría una úlcera de estómago. Mi aparato digestivo está en este momento destrozado. El gran desayuno que esperaba tomar lo he tenido que reducir a un zumo de naranja y media chocolatina. La combinación de nerviosismo y falta de sueño me resulta fatal.

    Cuando facturé me prometieron enviar mis maletas a Managua, por lo que no las recogería en Miami. Además, me dieron un par de papeles para entregar a mi llegada a EE.UU. Estos papeles son unos cuestionarios simpáticos dignos de ver: te preguntan si eres retrasado mental, si eres adicto a las drogas (me pregunto cómo entraría Julio Iglesias), si eres un terrorista, o incluso si fuiste un genocida entre 1933 y 1945. Impresionante. Para terminar tienes que firmar una declaración jurando que dices la verdad y que lo has comprendido todo. Y si no tienes ni idea de Inglés, te lo aprendes, porque ellos no se molestan en traducir el papelito.

    Las últimas horas en Londres fueron fatales. Como íbamos a EE.UU., cómo no, nos hicieron ir a una sala especial, donde estuvimos encerrados una hora. También revisaban los equipajes de mano aleatoriamente. Me estaba quedando sopa y no veía la hora de llegar al avión para echarme a dormir. A las 9.15 nos metieron en un Boeing 747. Menudo bicharraco. Tiene dos pisos y en cada fila hay 10 asientos. No pude ver como era la bussines class, pero debería de ser impresionante, juzgando como era la clase turista.

    La British Airways me tiene impresionado. Creo que los de Iberia tienen mucho que aprender de estos. Aunque sólo sea la simpatía. En tu asiento al llegar te tienen un verdadero kit de supervivencia para las 10 horas de viaje: una manta, una máscara para ojos, un par de calcetines (¿?), y un pequeño cepillo de dientes con su pequeño bote de pasta. En cada asiento hay una pantalla en la que puedes ver 18 canales de televisión, aunque sólo en las películas puedes seleccionar doblaje en Español. El resto son series , dibujos animados, monólogos y deportes. También hay un canal en el que te muestran en un mapa la posición actual del avión, la velocidad que lleva, y el tiempo restante de viaje.

    A las 11 nos dieron de comer. De las opciones que me dieron sólo entendí la de porllo con arroz, así que fue lo que pedí. El pollo llevaba una salsa matagigantes al más puro estilo machote mexicano. Intragable. Comí un poco, pero mi estómago me recordó mas tarde que hubiese sido mejor no haberlo hecho.

    A las 3 de la tarde nos sirvieron la merienda, que estuvo mucho mejor; una bolsa de fruta y un bocadillo vegetal. Con todas las comidas te ponen un cubilete de unos 15ml. de leche. Yo lo utilizaba para sacar el sabor que la comida de la boca. Me imagino que será para eso.
    En el viaje hubo un momento que lo pasé mal. Me estaba mareando, el arroz me daba vueltas, tenía nauseas y todavía no había dormido nada. Fue un momento de bajón. Fue un momento de esos en los que te preguntas; “¿Qué necesidad tengo yo de meterme en estas historias, con lo cómodo y tranquilo que podía estar en casa?”. Si en ese momento tuviese un botón, que pulsando, me llevase a casa, lo habría pulsado. Pero fue un rato. Luego se me pasó.

    viernes, febrero 03, 2006

    Bienvenidos

    Me llamo Manuel Franco (Manuel para algunos, Manolo para otros, y Manolito para mi tía Lala). A pesar de que soy de ascendencia gallega, raza de emigrantes, aunque sólo lo sean por obligación (como decía Castelao, “en Galicia non se pide nada, emígrase”), hasta hace bien poco, casi no había comprobado lo que había más allá del Bierzo. Así que, viendo que la vida pasa deprisa, y siendo consciente de que hay prácticamente las mismas posibilidades de morirse resbalando en la bañera de casa que bajando en canoa por un río del Congo, decidí “obligarme” a realizar un viaje. Un viaje que fuese cuanto más original mejor.

    Mis aspiraciones, en un principio, eran bastante modestas, irme a Francia de erasmus, a Toulouse. El tema salió mal. Dejémoslo ahí porque este blog es demasiado joven para presentar palabras malsonantes.

    Supongo que todos tenéis un amigo, que por unas razones o por otras, ha influenciado vuestra vida, hasta el punto en el que se puede decir, que sería bastante distinta si esa persona no hubiese existido. A algunos, esas amistades los llevan a meterse en política, a otros en la droga, a practicar deportes, a invertir en bolsa (jeje), o a elegir estudios. En mi caso, mi amigo Pablo me ha traído a Nicaragua. No lo va a hacer él, que lo hará Américan Airlines, pero estoy bien seguro de que si él no existiese nunca llegaría a ir a ese lugar.

    Tras agotar la opción de Toulouse ya me imaginaba un curso más en Ourense, realizando mi proyecto de fin de carrera. Lo bueno de no ir a Francia es que tenía un dinerito ahorrado que pedía a gritos volver a la circulación. Dispuesto a realizar el proyecto en Ourense me fui a junto una de mis profesoras para que me asesorara sobre lo que podría hacer. Me dijo que existía la posibilidad de hacer el proyecto fuera de la Universidad. Entonces se me encendió la bombilla y me acordé del hermano de Pablo, Guille, que trabaja en una ONG en Nicaragua (Amigos de la Tierra). Ellos llevan a cabo en Nicaragua proyectos de desarrollo sostenible, generalmente relacionados con temas agrícolas. Yo estudié Ingeniería Técnica Agrícola, así que supuse que podría ofrecerme algo que yo podría hacer. Inmediatamente me puse en contacto con él. Le pareció buena idea, y ahí empezó todo. Me propuso hacer parte de un proyecto, en el Norte de Nicaragua, en el municipio de Somoto, sobre la conservación de suelos.

    Con este blog, pretendo, principalmente, estar en contacto con mis amigos y mi familia, para que sepan un poco de cómo me van las cosas aquí, ya que las comunicaciones con España son complicadas. Por otro lado, me gustaría contar cosas que me hubiesen contado a mí antes de empezar este viaje, por si a algún insensato se le ocurre hacer algo parecido. Pienso que son cosas útiles aunque viajes a otro sitio distinto de Nicaragua. La tercera razón, es para que al que le interese, pueda conocer más cosas de otro país. Es cultura general que no viene de más, aunque mi punto de vista en Nicaragua sea como el de un extraterrestre describiendo la Tierra. Si tenéis correcciones y comentarios al respecto de lo que cuento, espero que participéis dejando vuestra opinión.