9 de febrero
En este día experimenté mi primera experiencia de adaptación al horario Nica. Me levanté a las 5 de la mañana. Lo curioso del tema es que la mayoría de la gente no empieza a trabajar hasta las 7 o las 8. Entonces, os preguntaréis: ¿y para qué se levantan a las 5?. La respuesta es que se lo toman con mucha calma. Desayunan con tranquilidad, riegan un poquito el jardín, se acicalan, etc. En el caso de Guille está mas justificado el madrugón porque tarda bastante en llegar al trabajo, pero él también se lo toma con calma. Creo que todavía no he visto un Nica corriendo, ni tan siquiera apurado. El único momento en el que tienen prisa es cuando tienen un volante entre las manos. Os dejo unas fotos de la calle en la que está la casa de Guille. Es una zona muy tranquila.
Desayunamos y nos fuimos a dejar a Ofelia en la escuela en la que trabaja, una especie de hogar de acogida para niños huérfanos. Ella es la encargada del desarrollo de proyectos agrícolas para financiar económicamente a la escuela. Luego nos dirigimos a la oficina donde trabaja Guille. Está situada en una zona de casas acomodadas, de clase media-alta. La casa está compartida por tres ONGs que se reparten el alquiler. Las tres son españolas. La oficina es pequeñita, y está a su máxima capacidad. El espacio no da más de sí. En la foto aparece Guille delante del mapa de Centroamérica.
Para nosotros Centroamérica es un concepto “difuso”, pero para ellos es su punto de referencia en el mundo. Cuando tienen que hacer una observación de su país la hacen siempre con respecto a Centroamérica.
En lo oficina conocí a Ricardo, un madrileño que lleva unos 4 años en Nicaragua, pero ya habla como los nicas. De hecho, cuando lo conocí le pregunté de qué parte de Nicaragua era. Está asentado y amarrado, parece que no tiene intención de volver a España. También está Marcel, un catalán que se vino para aquí como voluntario hace 6 meses. Él también parece a gusto en Managua. A éste le va a costar más abandonar el acento catalán.
Al salir de la oficina tuvimos la oportunidad de ir a un banco para que yo pudiese cambiar los dólares que traía de España a Córdobas. Cuando entras en el banco hay un vigilante jurado que te revisa y te pasa un detector de metales. Me sorprendió bastante el hecho de que al realizar el cambio de moneda, lo realizasen según el cambio oficial, de 17,21 córdobas por dólar, pues así ellos no manejan margen de beneficios. Por lo tanto, el cambio de euros a córdobas es entorno a 20 córdobas por euro. Lo curioso del sistema bancario es que la cajera tiene que teclear uno a uno todos los billetes que te entrega. Si cambias 150 dólares a córdobas te tienen que dar un buen fajo de billetes. Como consecuencia suceden dos fenómenos: que las cajeras de los bancos tienen una habilidad manual que dejaría en ridículo a Lukie Luck, y la segunda es que generalmente en los bancos hay unas colas que te pueden hacer esperar horas. El truco es ir a la hora que no hay nadie.
Si tienes mucha urgencia a la hora de cambiar dinero puedes recurrir a los Coyotes. Los coyotes son unos individuos que siempre tienen un fajo billetes de córdobas en la mano y suelen estar en puntos fijos de la ciudad. Son la versión nica de los vendedores de
Aquí se suele comer entorno a las 12 o 12.30 y la jornada laboral acaba a las 6, más o menos. En el caso de Guille, hace jornada continua y a las 3 sale de trabajar para irse a comer a casa.
Al llegar a casa, básicamente te dedicas a descansar, porque un día caluroso no invita a otra cosa.
Sobre las 8 ya es hora de irse para cama. (Como los Lunis).
Uno de los inconvenientes (o ventaja) de este clima es la gran biodiversidad que fomenta. En el caso de las plantas, pájaros, etc. es fantástica, pero es terrible en el caso de los insectos. Hay muchos y muy variados bichos. Para poneros un ejemplo, en España tenemos la típica hormiguita de toda la vida (la negrita), y quizás, si nos ponemos, podemos encontrar algún otro tipo de hormiga, una así como rojita. Pero aquí te puedes encontrar hormigas pequeñitas, medianas, grandes (como camarones), rojas, negras, granates, transparentes, cabezonas, culonas, con cuernos… Vamos, que hay de todo. En realidad hay menos mosquitos de los que me esperaba encontrar. Aquí los llaman zancudos. Sobre todo al principio me tenían atemorizado. Suponía que al picarte un mosquito estabas condenado a la muerte. Pero parece que no.
Cuando te metes en cama puedes escuchar multitud de ruiditos, desde la carcoma rugiendo madera hasta el gallo cantando por la mañana, pasando por multitud de sonidos sin identificar. Pero la naturaleza es sabia. Creó un ser que me ha tenido fascinado desde que llegué, el Perro Zompopo. Es una especie de lagartito naranja, que hace un ruido fuertísimo teniendo en cuenta su tamaño (unos
1 Comentarios:
me encanta....!!! soy adicta a tu blog y me dedico a recitarlo por todo el cole. Tienes que hablar más de Ofelia y su trabajo en el cole (cada uno tira por sus intereses, je, je...) en cuanto a la vieja y el cura... ¿que pintan ahí?. Y tu... ¿serías capaz de vivir así?.
Todo lo que cuentas parece muy relajado y tranquilo pero... ¿y las pistolitas?, los coyotes esos, vamos...
Cúidate!!!!
Un bico
5:18 a. m., febrero 23, 2006
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