De paso por Honduras
Yo viajé a Nicaragua en calidad de turista, por lo tanto, me concedieron un visado para estar en este país durante 90 días. El tiempo pasa deprisa, y ya casi se han cumplido tres meses desde que pisé esta tierra de lagos y volcanes. Cuando se acaba el tiempo disponible por la visa tienes cuatro opciones. La primera y más evidente es irte para tu casa. La segunda es dirigirte al consulado a que te renueven la visa. La tercera es pagar una multa por cada día que te hayas excedido al salir del país, y la cuarta, la más práctica desde mi punto de vista, es salir Nicaragua y volver a entrar.
Somoto queda al norte de Nicaragua, relativamente cerca de la frontera con Honduras, así que le propuse a uno de los chicos del CIDeS que me acompañaran hasta el país vecino. Fue Éder el que se ofreció, con la condición de que yo le pusiera gasolina al Jeep de su hermano para hacer el recorrido. Después de haber parado a repostar en la gasolinera de Somoto, cogimos la carretera Panamericana con dirección norte. Éder me dejó conducir el Jeep. Era como un tractor que pasaba de 100. Fue muy divertido, parecía de juguete. No tenía capota, el parabrisas estaba roto y de lo que fue algún día el salpicadero ya quedaba poco. Dudo mucho que hubiera pasado
Cuando llegamos a la frontera del Espino lo primero que encontramos fue un buen número de camiones aparcados. Los camiones aquí son como los que aparecen en las películas estadounidenses; son bestiales. La cabeza tractora parece una pequeña casita. El trailer que aparece en la foto no es especialmente grande, pero sirve para que os hagáis una idea de cómo son aquí estos vehículos.
Lo primero que te encuentras en la frontera es el control de salida de Nicaragua. Éder y yo nos dirigimos a la ventanilla que decía “Salida”. Allí nos atendió un aduanero. Yo le expliqué mi situación, diciéndole que lo único que quería era sellar el pasaporte para que me renovaran la visa de 90 días en Nicaragua. Lo primero que me respondió era que no iba a poder ser, porque yo debería pasar al menos 72 horas en el extranjero. Lo mejor de todo (o lo peor de todo, según se mire) es que los funcionarios del Estado después de decir “no puede ser”, suelen acabar la última frase con un “pero…”.
“Pero, ya que el chico que te acompaña, Éder, lo conocemos, podríamos hacer la excepción, lo que pasa es que vas a tener que pagar unas tasas… Tendríamos que hablar con el aduanero de Honduras para que te sellase el pasaporte con la entrada y salida a su país y yo te sellaría la entrada en Nicaragua como si ya hubieses pasado allí las 72 horas. Lo que pasa es que ese trámite cuesta 20$ y nosotros sólo te podemos dar la factura de dos dólares por cada salida”
No sé si lo habéis entendido bien: el tema es que salir de Nicaragua cuesta 2$ y salir de Honduras para volver a Nicaragua cuesta otros 2$. Lo que pasa es que el “amable” aduanero nica se ofrecía a amañar el tema de pasar 72 horas en Honduras con el aduanero de Honduras siempre que yo pagase 20$.
Por supuesto, no me quedó más remedio que aceptar, ya que si tenía que pasar tres días en Honduras iba a gastar mucho más que 20$. Quizás si tuviese algún plan o un compañero de viaje para ver algo por el país pudiese ser interesante, pero sin plan y sin compañero la idea no era del todo apetecible. Además, los días en Somoto se acaban y yo voy a andar un poco justo para acabar mi proyecto.
Cogimos el Jeep para volver de regreso a Somoto. Lo más interesante de toda las historia fue que, más tarde, me enteré de que la multa que tendría que pagar por excederme de los 90 días de visado era menos que 20$. Estas cosas pasan por no informarse.
1 Comentarios:
xa que te fuches a Honduras puideches colle-lo permiso para máis tempo; así iríamos dar unha volta. ¡¡véseche mellor cara!! vémonos rapas.
5:51 p. m., mayo 03, 2006
Publicar un comentario
<< Home