o verdadeiro heroísmo está en transformar os desexos en realidades e as ideas en feitos "sempre en Galicia"

jueves, marzo 23, 2006

Fin de semana en Managua (Sábado 11 y Domingo 12/3)

El viernes llegamos a la casa de Marcel sobre las 5.30 de la madrugada, y aunque sea una hora habitual para España, para Managua es muy tarde. Un taxi nos llevó desde el Fresh Hill. Para regatear el precio utilizamos la técnica del poli bueno y el poli malo. El taxista proponía una tarifa, y mientras uno decía que “ni de coña”, el otro decía que el precio no estaba mal del todo. Así el taxista bajaba un poco. Yo creo que al final nos cobró bastante poco, por lo que hizo el viaje un poco de mal humor, yendo por las calles desiertas a 120. Yo estuve tentado a decir “bueno, el precio incluye llegar vivo al destino, no?”, pero mejor me callé, por si acaso se cabreaba más.

Una de las razones por las que la gente no acostumbra a llegar tan tarde a casa es porque el sol sale a las 6, y el sol en Managua, en esta época del año, es implacable. Marcel vive en un pequeño apartamento, hecho a modo de segunda planta sobre una casa. Tiene una terracita, un saloncito, una habitación y un baño. La cocina es compartida fuera del apartamento. Es de lo mejor que he visto, pero no se puede decir que sea barato, paga 150€ al mes. Yo creo que aquí podrían vivir perfectamente dos personas, y así salirle bastante más arreglado el precio.

Yo dormiría sobre una colchoneta que tiene en el saloncito. Y digo dormiría, porque no pegué ojo. Primero surgió el problema del sol. La puerta de la casa consiste en una vidriera con una reja que apunta exactamente al este. A las 6 ya me estaba pegando el sol encima. Cuando estaba a punto de dormirme empezaron a zumbar los mosquitos. Tuve que armarme con zapatilla en mano y pasar casi dos horas persiguiéndolos. Maté a cuatro, y lo peor de todo es que todos me habían picado ya cuando los finiquité. El problema de estas casas es que no están aisladas del exterior, todas tienen huecos y rendijas por las que pueden entrar los mosquitos o los lagartos. Hasta cierto punto es lógico, porque no se tienen que preocupar por el frío, y con tal de que no entre la lluvia, con una verja a veces ya vale.

Visto que eran las 11 y ninguno de los dos conseguía dormir, decidimos levantarnos. Cogimos una sandía enorme, la partimos y nos la zampamos de desayuno. Luego pusimos camino de la piscina municipal para darnos un baño. Tuvimos que ir en el peculiar transporte urbano de Managua (los autobuses amarillos). Los que hacen estos viajes son más viejos que los de largo recorrido, y realmente es sorprendente que anden. El billete vale 2,50 córdobas (12,5 céntimos de euro). No se puede decir que sea caro, pero es que el servicio no vale mucho más. Tienes que subir en marcha y bajar en marcha. Los vehículos van saturados; todos los asientos van llenos y en el pasillo hay tres filas de personas. Si en un autobús normal viajan unas 60 personas, yo calculo que en uno de estos viajan bastantes más de 100. Además, los autobuses no indican hacia donde van, simplemente hay una especie de revisor que saca la cabeza por la puerta de atrás para gritar el destino .Un chico que trabaja en la cooperativa de autobuses me dijo que cada uno de ellos está valorado en 5.000 dólares. Así que ya sabéis, si un SEAT Panda se os hace caro, siempre podéis venir a Managua a comprar un autobús para salir de marcha con los amigos.

La piscina no era realmente municipal. Es una piscina del ejército, y es la única piscina olímpica que hay en toda Nicaragua. Yo hice un amago de bañarme para dar un par de largos, pero me dio un achuchón que casi me deja tieso en mitad de la piscina. A parte de seguir enfermo, la noche sin dormir me sentó muy mal.
Cuando Marcel se nadó la piscina unas cuantas veces decidimos ir a comer. Nos dirigimos a uno de los nuevos centros comerciales de Managua. Es increíble ver como puedes vivir como un europeo o un americano en esta ciudad estando en pleno tercer mundo. Fuimos a una planta en la que estaban todas las cadenas de comida rápida de América Latina. Yo intenté comer un trozo de pizza, pero las nauseas me impidieron dar el segundo bocado. Así pasé otro día más sin comer.

Hacia la noche ya estaba un poco más recuperado, por lo que pudimos salir a cenar. Fuimos a un restaurante casero donde me prepararon una sopa. Luego nos dirigimos a uno de los bares de moda de Managua, el Art Café. El ambiente estaba bien, con buena música, pero es que mi cuerpo no estaba para fiestas, así que a la una ya estábamos en casa. Esa noche sólo conseguí matar tres mosquitos. La mayor parte de la hora y media que pasé persiguiéndolos fue infructuosa.

El domingo amanecí un poco fastidiado, sin mucho apetito, así que lo único que comí fue un poco de arroz en un bar mientras veía el partido del mundial de béisbol entre Venezuela y Cuba. El béisbol es el deporte nacional, importado por los marines americanos a principios del siglo XX. Tiene más adeptos que el fútbol, aunque éste está en continuo ascenso, sobre todo en el norte del país. Aunque la verdad, cualquier nica sabe más de la liga española que yo. El Barça y el Madrid son seguidos con fervor por estas tierras.

Entorno a las 3 de la tarde llamé a Guille para saber en qué lugar podría quedar con él, ya que esa noche tenía previsto dormir en su casa. Me acerqué en taxi a un centro comercial en el que se celebraba una feria de turismo. Allí los encontraría a él y a Ofelia. Estuvimos un rato viendo un concierto del cantante del que os hablé en el post anterior (Mejía Godoy). De camino a casa paramos en un restaurante Salvadoreño a cenar unas tortas rellenas de crema de frijoles. Tenían encerrado en una jaula a un mono araña que me dio bastante pena. Le saqué una foto.
Al llegar a casa nos fuimos directos a cama. Al día siguiente viajé de vuelta a Somoto. Siento no poner más fotos, pero ese día no estaba lo suficientemente animado como para llevar la cámara encima.

1 Comentarios:

Anonymous Anónimo said...

Xa sabía eu que tiñas que comprar algo para os mosquitos, porque esa da zapatilla non parece demasiado efectiva :-p

ánimo por ai. bicos

12:35 p. m., marzo 24, 2006

 

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