o verdadeiro heroísmo está en transformar os desexos en realidades e as ideas en feitos "sempre en Galicia"

viernes, marzo 17, 2006

Fin de semana en Managua (Jueves 9/3)

Intentaré cambiar un poco de tema en este post, porque me estoy volviendo un poco pesado, así que hablaré de la última vez que salí de Somoto.

Cuando llegué a Nicaragua, mis planes consistían en pasar una semana en casa de Guille para adaptarme a la situación y luego viajar a Somoto. Allí trabajaría, y cuando tuviese la oportunidad me desplazaría para conocer otras partes del país. Mis problemas de estómago truncaron mis intenciones e impidieron que me desplazara tanto como yo desearía. La semana pasada cumplí un mes en Somoto, así que decidí salir de este pueblo aunque no fuese en plenas condiciones.

El plan consistía en viajar el jueves a Managua, quedarme allí un día o dos, y luego ir con Marcel a las playas del Pacífico. Marcel es un chico catalán que trabaja de voluntario en Amigos de la Tierra. Es un tipo singular. Estudió Empresariales en Barcelona y trabajó en una multinacional en París. Según él, ganaba mucha pasta y se estaba forrando, pero su vida no le convencía, así que decidió darle un giro y se fue de voluntario con una ONG a Cali (Colombia), de allí a El Salvador, y desde hace dos meses está aquí, en Nicaragua. Dice que en Agosto, si no le sale algún trabajo remunerado, se tendrá que ir para casa, porque ya se le está acabando el dinero que ganó en Francia. Hay muchas historias como las de Marcel por aquí. En la oficina de Ingenieros Sin Fronteras trabaja un vasco que era ingeniero de telecomunicaciones. Cuando se aburrió de su trabajo, se compró un barco y aprendió a navegar durante un año. Al tener dominado el tema se le ocurrió cruzar el Atlántico en solitario y venirse hasta Nicaragua.

Yo tenía que coger el autobús a Managua a las 3 de la tarde. El problema que tenía era que el viaje duraba tres horas y media y mi estabilidad intestinal no estaba asegurada. Por lo tanto recurrí a las pastillas antidiarreicas, que, aunque no me solucionen el problema de forma permanente, te aseguran que no irás al baño en unas cuantas horas. Es como ponerte un taponcillo.

A la estación me acompañó Freddy. Allí me sacó una foto con un cartel de Euskadi, en el que se anunciaba que la construcción se había llevado a cabo con fondos procedentes del País Vasco. No os podéis ni imaginar el dinero que llega aquí procedente de otros países. De hecho, la primera fuente de ingresos de Nicaragua es la cooperación internacional. Si andas por Somoto te puedes encontrar carteles de Castilla la Mancha, Cataluña, Madrid, Unión Europea, Japón, Finlandia, Canadá, Banco Mundial, Naciones Unidas, etc, etc, etc. Más de la mitad de esta ciudad fue hecha en base a fondos de ayuda internacional. Y esto mismo ocurre con la mayoría de localidades del país. Desde mi punto de vista, esta situación se está convirtiendo más en un problema que en una solución, porque las cosas se están construyendo con dinero de otros y la economía está sustentada en las ayudas internacionales. Si el día de mañana deja de llegar dinero del exterior este país se paraliza. No han conseguido aprovechar la ayuda para realizar una economía sostenible, la gente se ha hecho dependiente del dinero externo que muchas veces se utiliza sin ningún control ni acierto. Quizás sea un poco drástico, pero pienso que a este país le vendría bien pasar unos años sin cooperación internacional para que se despertase la economía y la gente se concienciase de la necesidad de ser un país competitivo. Lo pasarían mal un tiempo, pero seguramente luego las cosas irían a mejor. Por otra parte, el caciquismo está a la orden del día y todas las mañanas aparecen en el periódico casos de desfalco por parte de políticos. Estos casos son olvidados una semana después, siguiendo impunes y en sus cargos los autores del delito. Esto es consecuencia de la pasividad del pueblo que admite como algo normal esta clase de hechos.

Siguiendo con lo que estaba, llegué a la estación y me empezaron a asaltar los buseros preguntándome a dónde iba. Opino que esta tradición tiene poco sentido, porque lo que ellos intentan es convencerte para que montes en su autobús. Menuda tontería, yo no voy a estar en la estación por casualidad y porque uno de ellos me diga “Granada!!!!, Granada!!!!”, yo no voy a decir “anda, me ha convencido, me apetece ir a Granada”. A pesar de que el de Ocotal y el de Jinotega intentaron persuadirme, me monté en el bus que tenía previsto, el de Managua, e inicié mi viaje no sin el temor de que me diese un apretón por el camino. En ese caso me tendría que bajar del autobús en algún punto de la carretera Panamericana y después de buscar un arbusto, encontrar la manera de llegar a Managua. Por suerte para mí, no sucedió.En el autobús tuve la oportunidad de adquirir tortas de maíz, enchiladas, frescos, jocotas, superconos… y una gran variedad de alimentos que son paseados por el pasillo del autobús en cada parada.

Me tocó sentarme en el segundo asiento. A mí no me gusta demasiado viajar en la parte de delante del autobús, porque tienes la oportunidad de contemplar la conducción del busero, que se podría calificar, en el sentido más amplio de la palabra, como “arriesgada”. Ver como adelanta a camiones y coches en plena curva o cambio de rasante es un sinvivir, con el que consigue que a los que vamos delante se nos pare la respiración durante unos segundos. Lo más habitual es que en todos los viajes tengas al menos un sustillo.

Casi cuatro horas después llegamos a Managua. La idea era que cogiese un taxi para ir a la oficina de Amigos de la Tierra, donde estaría alguien esperándome. Creo que en este post me estoy yendo un poco por las ramas, pero es que este es un buen momento para hablaros de los taxis y de los cheles. Los taxistas de Nicaragua son personas que gozan de mala fama, se dice que son estafadores, agresivos y listillos (en el fondo no son tan diferentes a los nuestros). El viaje en el taxi suele ser barato. Dependiendo de la distancia, de la oferta, y de la cara de tonto que te vean, puede variar entre 15 y 40 córdobas (más o menos entre 1 y 2 euros). No tienen taxímetro, así que el precio lo tienes que regatear. Eso es lo bueno que tienen. Lo malo es que tienes que compartir el taxi con otras personas, y por lo tanto, el conductor tiene que desviarse para dejar a otro en su destino. Es como un pequeño autobús. Normalmente intentan subir a toda la gente que pueden, y si ven a alguien con cara de despistado por la calle les pitan para que se den cuenta de que están disponibles para llevar más gente. Yo he viajado con siete personas más en un taxi: el conductor, una señora con dos niñas en el asiento del copiloto y cuatro atrás. Aquello parecía el “Qué apostamos”.

Otro tema es el de los cheles. Los cheles somos todos los del piel clara (viene de la palabra leche). Se identifica al chele como el extranjero o la persona con un nivel social más alto. Los famosos, los políticos, los presentadores de televisión y las personas de elevado poder económico son cheles y evitan juntarse con gente de piel morena. En los medios de comunicación sólo aparece gente de piel clara y en un anuncio publicitario jamás verás al prototipo nica. Posiblemente veas a un español o a un americano. Los propios nicas ejercen una discriminación positiva hacia los cheles. En todos los sitios te tratan como si fueses de un nivel social más alto. Un ejemplo, es que cuando entras a un banco, hay un vigilante que te revisa de arriba abajo. Si eres chele te deja pasar casi sin más. Como dije antes, esta es la parte buena. La mala, es que además de verte la cara blanquita, te ven cara de dólar, o de tonto, no sabría decir. Casi siempre te intentan cobrar más de lo que valen las cosas y cuando vas a un mercado o algún sitio parecido te acosan para que les compres. Cuando voy con Freddy a comprar algo siempre habla él. Cuando le dicen el precio ya puedo hablar yo. Los niños y los borrachos se te acercan para pedirte dinero, y como no seas un poco contundente, no te los sacas de encima. Y no es que lo pidan para comer, sino que los borrachos es para mantenerse como están y los niños para comprarse chucherías. Pobre de ti si se te ocurre darle un peso, porque entonces él y sus amiguitos se convierten en tus sombra. El otro día se me acercó uno en Somoto y me dijo:
- Chele, dame un peso.
- No tengo. –Le dije.
- Chele, dame un peso. (así repetido cinco o seis veces).
Lo ignoré y seguí andando, pero el chaval me perseguía. Cuando me volvió a pedir un peso le dije.
- Dame tú a mí un peso. Venga, dame un peso.
La respuesta lo dejó descolocado y me dejó en paz.

Con lo que estaba; bajé del autobús y me dispuse a coger un taxi. La ventaja de coger un taxi, es que, además de ser barato (porque te ahorras una caminata de más de una hora por un euro), es que te llevan exactamente a donde quieres ir. Porque yo, por mí mismo no sería capaz. Yo iba a “De donde era la Vicky” (que sabe dios lo que era), dos cuadras al sur, una arriba y dos al sur. (¿Os conté que hay una dirección que es “De donde era el arbolito”?). Entonces, ya dije que había que regatear y que normalmente si te ven chele, te intentan cobrar de más. El truco consiste en hacerte el desinteresado, como que no tienes prisa y no te importa parar a otro taxi para comparar precios, y antes de poner un pie en el coche, preguntarle cuanto te cobra. De lo que te diga, le restas una media de 5 ó 10 pesos y le dices que le das eso. Normalmente cuela, pero creo que es porque esos 5 ó 10 pesos ya se los suben contando con que tú se los bajes.

Yo me acerqué a un taxista y le pregunté cuanto me cobraba. Me dijo 35 (que no es mal precio porque queda lejísimos). Yo acepté y me dijo que me fuera sentado en el taxi. El tipo cogió y se fue a a ver la televisión a la estación de bus, a la espera de que más gente le solicitase un viaje aprovechando así para hacer varios juntos. Media hora después, cuando ya tenía suficiente gente y yo ya estaba medio mosqueado, se me acerca otro taxista (es que son una cooperativa) y me dice: “¿Ya preguntó el precio?”. Y yo le dije “35”. Mientras él ponía cara de “Mecachis…”. Si no hubiese preguntado me diría que eran 45. Cuando ya éramos 5 pasajeros, se puso en camino.

Al llegar a Amigos de la Tierra me estaba esperando uno de los chicos que trabajan allí. Me dijo que era el cumpleaños de Ofelia (la mujer de Guille), así que estaba previsto salir a tomar algo esa misma noche. Fuimos de nuevo al mismo restaurante al aire libre que la última vez; El Mirador de Tiscapa. Éramos Guille,Ofelia, yo, y toda la gente que trabaja en la oficina. Esta vez sí que pude llevar la cámara para sacar algunas fotos, aunque son un poco desastrosas, porque estaba muy oscuro. Os aseguro que el Photoshop hace maravillas, porque antes no se veía nada.

Como era jueves no había mucho movimiento pero sí que había orquesta en vivo. Todos salieron a bailar a la pista de baile. En principio la representación española se abstuvo (Guille, Marcel y yo), pero finalmente, Marcel y yo nos decidimos a hacer un poco el ridículo. No sé si se podría definir como bailar lo que hicimos, pero nos lo pasamos bien.

2 Comentarios:

Blogger anroroju said...

Me alegro de que te encuentres mejor.
Cuidaté muchisimo y disfruta de la experiencia de parte positiva....
Estás demostrando que vales mucho.
Un abrazo desde Tenerife.

3:54 p. m., marzo 18, 2006

 
Anonymous Anónimo said...

hmmm...iso de que bailaches había que velo.

Alégrome de que esteas volvendo á normalidade, a pesar das molestias.
Polo menos ó saír fóra de somoto non pensas tanto no teu estómago...

Ánimo, e a ver si che dan unhas clases de baile, jejeje

12:24 p. m., marzo 24, 2006

 

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